lunes, 9 de noviembre de 2015

Carta homenaje a Raul Otero

Raul Otero Dalmau
De repente apareció en la barra de La Ventana, todavía en la San Luis, cada noche con otra chica. Al principio me cayó mal: demasiado macho, demasiado cool… ¿Qué iba a tener en común con un fotógrafo de moda que estaba haciendo la campaña para Pilsener?

Luego Raul convenció a mi esposa Daniela de ayudarle a producir una exposicion de retratos de los artistas salvadoreños con su obra – y comenzaron ellos a poner en escena las fotos. Cuando me las enseñaron, comencé a cambiar de opinión. Las imágenes me impactaron: Este cubano-americano-salvadoreño era cosa seria con su cámara, hacía retratos y juegos de luces alucinantes con los personajes y sus obras. Comenzamos a preparar la expo, que de hecho la estrenamos en La Ventana, y a soñar con convertirla en un libro (que nunca hicimos, porque Raul se regresó a Estados Unidos).

Pero antes de que se fuera, vinieron los terremotos – y nos metimos en otra locura. El 13 de enero del 2001, día del terremoto, Daniela y yo estábamos en La Ventana dando sopa a la gente que pasaba caminando por la calle rumbo a su casa porque no circulaban buses, cuando apareció Raul, cámara en mano, lleno de polvo. Venía de Las Colinas de tomar fotos, lloraba de emoción. Me decía: “Qué estás haciendo aquí, man, I thought you were a photographer. El país está cayendo, and where’s your fucking cámara?”

El día siguiente comenzamos un tour por todo el país, que duró una semana y que luego del segundo terremoto del 13 de febrero lo tuvimos que repetir: Raul, el fotógrafo de moda y de las bodas de la alta sociedad; Paco Campos, el veterano fotógrafo-reportero de la calle, de los Comandos de Salvamento y de la guerra; Sebastián Alejo y yo, fotógrafos de guerra. Ojos de fotógrafo totalmente diferentes; ritmos de trabajo incompatibles. Nosotros tirando ráfagas, siempre apurados a llegar al siguiente lugar; Raul sentado en una piedra esperando que bajara el sol a cierto ángulo para hacer su foto. Raul pintaba las fotos en su mente antes de tomarlas.
Nosotros, los fotógrafos reporteros, le hicimos bromas al fotógrafo artista. Pero al final, él tuvo las mejores fotos…

En Santa Tecla, Raul nos hizo esperar media hora, esperando que apareciera “una vieja con canasta en la cabeza” que cruzara su foto. “Si no, la foto está muerta…” Yo le ofrecí conseguirle una señora, de estas que estaban sentadas al otro lado del parque. Raul solo dijo: “Tiene que ser auténtica la foto…”

Luego, Raul y yo nos subimos al campanario de la iglesia del Carmen. Temblaba cada rato, y yo estaba convencido que el campanario se iba a caer. La táctica guerrillera: hacer tus 6 shots e irte a la mierda. La táctica de Raul: balancearse sobre el puentecito entre los dos campanarios, para tener otro ángulo mejor… y esperar ahí la luz correcta. Abrazado de una de las columnas, para no caerme, yo odiaba a Raul…

El 13 de febrero, día del segundo terremoto, nos dimos cuenta que al hospital militar en la Bernal estaban llegando los helicópteros con heridos evacuados de San Vicente. Corrimos Raul y yo a tomar fotos. Cuando un oficial nos invitó a subirnos en un helicóptero que llevaba personal médico a San Vicente, Raul inmediatamente se subió – y no me quedó otra que unirme a la expedición improvisada. Volando sobre la ciudad de Cojute, Raul se sentó en la puerta abierta como si nada, patas en el aire, y tomó fotos impresionantes del centro destruido. Las foto mías no sirvieron para nada, porque no tuve el valor de sentarme en la puerta. “Vos sólo conocés los choppers desde abajo, Paolito, corriendo por cobertura, so you don’t know you’ll never fall from a chopper, el viento no lo permite…” –“¿Y vos como sabés?” – “¿Y qué putas pensaste que yo hice en Vietnam, shoot fotos?”
El reciente 8 de noviembre, Raul Otero murió luego de una larga batalla contra el cáncer. Veterans day is close, Raulito, and Daniela and this photographer vamos a beber en tu honor.

Your friend 


(Mas!/El Diario de Hoy)