martes, 5 de mayo de 2015

Carta a Rudolph Giuliani

Hi, Rudy:
al fin lo conocimos en persona, y me di cuenta que es cierto lo que mis amigos neoyorquinos me habían afamado: usted es un orador que impacta con inteligencia aguda, agresividad y capacidad polémica. Sin embargo, nadie en New York me lo había pintado como simpático – y ahora entiendo porqué.

Requiere de una alta dosis de arrogancia viajar por el mundo ofreciendo recetas contra la delincuencia, cuando todos sabemos que son muy diferentes los orígenes del problema en New York, México DF, Bogotá y El Salvador.

Usted se ofrece como gurú basado en dos destacadas experiencias profesionales: su carrera como fiscal federal y sus casos contra crimen de cuello blanco en el sector bancario y contra la mafia ítalo-americana. Ambas experiencias no son aplicables en El Salvador: no tenemos Wall Street y no tenemos la Cosa Nostra.

Luego fue electo alcalde, y todo el mundo lo presenta como el hombre que redujo en 60% los crímenes y en 70% los homicidios en New York City. Pero esta tendencia de reducción no la provocó usted, Rudy, sino su antecesor en la alcaldía de NYC, David Dinkins. Cuando usted llegó, New York ya tenía tres años de salir de la crisis.

¿Cuál fue la tarea que usted y su jefe de policía, Bill Bratton, enfrentaron en New York? Combatir la mafia y las redes de distribución de droga. Hay que reconocer: Lo hicieron bien. Sobre todo resultó muy efectiva la introducción, por parte de Bratton, de un sistema ágil e integral de datos que permitía focalizar y coordinar bien las intervenciones de la policía.

Hoy usted ofrece su ayuda para implementar este sistema, llamado CompStat. Perfecto. Esta sería un aporte técnico que seguramente nos servirá.

Pero usted viene, más allá de aportes técnicos, con una filosofía, con una receta integral. Y nuevamente, está basada en experiencias que no corresponden a la realidad salvadoreña. Nuestro problema no es la mafia ni el narcotráfico tomándose las ciudades. Nuestro problema son las pandillas, y todo lo que he escuchado de usted y su equipo indica: Ustedes no lo entienden. Confundir las pandillas, que son un fenómeno social y subcultural, con el crimen organizado que usted ha perseguido exitosamente en New York, es un grave error.



Usted promovió, junto con Bill Bratton, la política de “cero tolerancia”, pero no para promover movilizaciones de las comunidades, sino como estrategia policial y judicial: perseguir con mano dura todos los delitos menores que afectan la vida en las calles y vecindarios. Consecuencia: New York y otras ciudades que siguieren esta receta, llegaron a llenar las cárceles con consumidores y distribuidores de marihuana, ladrones de poca monta, jóvenes que han cometido vandalismo, etc. Y comenzaron los raves violaciones de derechos humanos contra las comunidades negras y latinas, que ahora tienen en crisis a Baltimore y tras ciudades.

En Estados Unidos, ya se sabe que este fue el camino incorrecto. Tener preso a gran parte de la juventud afroamericana se ha vuelto un problema, no la solución. Por esto, Bill Bratton fue sustituido como jefe de policía de Los Angeles – y en esta ciudad comenzaron a desarrollar políticas diferentes, basadas en estricto respeto a Derechos Humanos, en el diálogo permanente con las minorías y sus comunidades. Esta es la nueva tendencia en Estados Unidos, no la suya que ya parece obsoleta y por esto está siendo abandonada en ciudades como Los Angeles, Boston, y Chicago.

Su receta es arrestar y procesar a cualquiera que viole la ley, por mínimo que sea el delito. Esto significa, para El Salvador, y dentro del marco de su promesa de “aniquilar a las pandillas”, procesar y mantener en prisión a por lo menos 100 mil personas más de los 30 mil que tenemos. En un sistema carcelario diseñado para 12 mil internos. Esto no puede funcionar, don Rudy. La meta no puede ser tener preso entre 2 y 3% de la población, que significa 15% de la juventud. Es materialmente, financieramente y éticamente imposible.

Usted deje instalado aquí sus sistema ComStat, para mejorar la eficiencia de la PNC. Pero no trate de vendernos filosofías inaplicables y obsoletas. Siéntase con el alcalde de Los Angeles y su jefe policial, analicen con ellos las nuevas filosofías y estrategias, con los cuales han superado los suyos – y luego hablemos.

Good bye, yours truly Paolo
(Mas!/El Diario de Hoy)