jueves, 16 de octubre de 2014

Carta a Edwin Zamora

Estimado Edwin:
Te metiste en un gran huevo, amigo. Felicidades por el valor de aceptar este reto. Es obvio que vos sos el candidato que mejor puede encarar al señor Bukele jr. en televisión, en las redes sociales, en debates, en foros universitarios o con gremios profesionales… O sea, vos sos bueno, suelto, competente y creíble en los terrenos donde el candidato del FMLN pensaba tener ventaja. Esta relativa ventaja se derritió como sorbete en la playa,  de un solo golpe, con tu presentación, con el respaldo visible de tu partido, con el apoyo de Norman Quijano, con tu aparición mediática. La reacción en la esquina de Bukele jr. no podía ser más dramática: como un enjambre de abejas se despertaron y ajolotaron los ejércitos de trolls en las redes sociales – andaban bravas las abejas, pero no sabían a quién picar, porque este candidato que le han puesto enfrente, es tan difícil de atacar. Ya no es Norman, para el cual tenían toda una estrategia de desgaste, ataques personales. Entonces, comenzaron a picar a todo el mundo, a la loca…

Así que pienso que arrancaste bien. Pero vos sabés, y ojala que en el transcurso de la campaña no te olvidés (como suele pasar a candidatos), que las elecciones municipales no se ganan en las redes, ni en televisión, ni en las universidades, sino en los barrancos, barrios, y las colonias polvosas de la ciudad. Caminar en los zapatos de Norman por estos lados no es fácil. Y la única forma de aprenderlo rápido es meterse. Lo mismo que dije a Bukele jr. hace un par de semanas: hay que ensuciarse los zapatos, o mejor ponerse tenis o botas. La ventaja tuya es que no usás calcetines rosados, así que será un poco más fácil que La Chacra o en Las Palmas te tomen en serio…
La otra ventaja tuya es que Norman se ofreció de guía para conectar con las comunidades, sus directivas, las vendedoras de mercado. Hay que aprovechar esta ventaja. Si vos encontrás el lenguaje correcto para convencer a la mara de a pie que vos sos un maitro que no ofrece casaca sino soluciones prácticas. Y esto hay que hacer rápido, casi de inmediata. Una vez que la gente se ha formado una imagen tuya, y se parece demasiado a tu contrincante, ya tendrás puesto un sello difícil de quitar: Otro señorito…
Este es el dilema tuyo, Edwin: Por una parte te conviene parecerte a tu adversario, pero por otra parte tenés que ser radicalmente diferente. Igual: por una parte tenés que parecerte a Norman, porque solo así puedes “heredar” su acumulación política en los barrios – pero por otra parte tenés que ser tan diferente que sacás de quicios al “teamnayib”.
Si no te enredás en estos dilemas, serás alcalde.
Suerte te desea Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de HoY